En Argentina, donde convivimos con climas muy variados y estaciones cada vez más impredecibles, es importante entender cómo los cambios de temperatura pueden influir en nuestra salud. Y aunque no siempre lo asociamos, el corazón es uno de los órganos que más siente los extremos del clima.

Frío extremo: un riesgo silencioso

Durante los meses de invierno, aumentan los casos de infartos y paros cardíacos. El frío provoca una reacción natural del cuerpo: los vasos sanguíneos se contraen para conservar el calor. Esta vasoconstricción hace que el corazón tenga que trabajar con mayor presión, lo que incrementa el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares, especialmente en personas con hipertensión o antecedentes cardíacos.

Además, en temperaturas bajas,  a la sangre le cuesta más circular normalmente y es más probable que se formen coágulos, un factor de riesgo clave para infartos y paros cardíacos.

En Mar del Plata y otras regiones del país donde el invierno se hace sentir, es importante estar atentos: las personas mayores, quienes tienen enfermedades cardíacas o factores de riesgo como el colesterol alto, deben extremar los cuidados.

¿Y el calor? También puede ser peligroso

Las olas de calor, cada vez más frecuentes y prolongadas, también pueden poner en jaque a nuestro corazón. El exceso de calor provoca deshidratación, pérdida de electrolitos y un esfuerzo extra del sistema cardiovascular. Para disipar el calor, el corazón tiene que bombear más sangre hacia la piel. Pero si no hay suficiente líquido en el cuerpo, ese trabajo se vuelve más difícil… y más riesgoso.

Esto puede generar arritmias y otras complicaciones que, si no se tratan a tiempo, pueden derivar en un paro cardíaco. En estos casos, la combinación de calor, falta de hidratación y enfermedades previas puede ser letal.

¿Qué podemos hacer para prevenir?

Tomar conciencia de estos riesgos es el primer paso. Algunos consejos clave:

En invierno:

  • Abrigarse adecuadamente, especialmente en niños y personas mayores o con enfermedades cardíacas.
  • Evitar esfuerzos físicos intensos al aire libre.
  • No exponerse al frío extremo por períodos prolongados.

En verano:

  • Mantener una buena hidratación durante todo el día.
  • Evitar la exposición al sol en las horas pico (11 a 17 hs).
  • Buscar espacios frescos y ventilados.

Y, por supuesto, siempre estar atentos a los síntomas de un posible evento cardiovascular: dolor en el pecho, dificultad para respirar, palpitaciones o pérdida de conciencia. En esos casos, actuar rápido puede marcar la diferencia.

El rol de los espacios cardioprotegidos

En situaciones de emergencia, contar con personas capacitadas en RCP y con acceso a un desfibrilador externo automático (DEA) es vital. Los espacios cardioprotegidos salvan vidas, y desde Fundación Desfibrilar trabajamos todos los días para que cada vez haya más en todo el país.

Frente a un paro cardíaco, cada minuto cuenta. Y si a los riesgos tradicionales le sumamos el impacto del clima, la prevención y la preparación se vuelven aún más importantes.


¿Querés saber más sobre cómo cardioproteger tu institución o capacitarte en RCP y uso del DEA?
Escribinos a rcp@desfibrilar.org.ar o visitá desfibrilar.org.ar.