En una situación crítica como un paro cardíaco, cada segundo cuenta. Y aunque muchas veces creemos que la solución está en manos del sistema de salud, lo cierto es que la primera respuesta puede –y debe– venir de cualquier persona que esté presente.

En Fundación Desfibrilar repetimos una y otra vez: la RCP salva vidas, y dentro de ella, las compresiones torácicas son el gesto más poderoso que podemos aprender a hacer con nuestras propias manos.

¿Qué es un paro cardiorrespiratorio?

Un paro cardiorrespiratorio ocurre cuando el corazón deja de latir de forma repentina. Eso interrumpe la circulación de la sangre y el oxígeno hacia órganos vitales como el cerebro y el mismo corazón. Si no se actúa rápido, en pocos minutos puede provocar la muerte.

En Argentina, miles de personas sufren paros cardíacos cada año, tanto en espacios públicos como privados. Y si bien la intervención médica es clave, en la mayoría de los casos los primeros en llegar no son médicos ni ambulancias, sino testigos comunes.

Ahí es donde entran en juego las compresiones torácicas.

¿Qué hacen exactamente las compresiones?

Cuando el corazón deja de latir, la sangre sigue estando oxigenada durante algunos minutos. El objetivo de las compresiones es mantener esa sangre circulando manualmente hasta que llegue el equipo de emergencias.

Presionar con fuerza y ritmo sobre el centro del pecho permite mantener con “vida” al cerebro y al corazón, disminuyendo el riesgo de daño permanente. Es decir, cada compresión es una posibilidad más de que esa persona se salve.

Lo que dice la ciencia

Estudios internacionales demuestran que por cada minuto que pasa sin hacer RCP, las posibilidades de supervivencia caen un 10%. Pero si las compresiones comienzan de inmediato, se puede duplicar o incluso cuadruplicar la tasa de supervivencia.

¿Y si además sumamos un DEA (Desfibrilador Externo Automático)? Las probabilidades aumentan todavía más. Pero la base, el primer paso, siempre son las compresiones torácicas.

¿Cómo hacer compresiones torácicas efectivas?

🔸 La persona debe estar acostada boca arriba, sobre una superficie dura.
🔸 Colocá tus manos entrelazadas en el centro del pecho, justo en la línea media.
🔸 Mantené los brazos rectos y usá el peso de tu cuerpo para comprimir con fuerza: entre 5 y 6 cm de profundidad.
🔸 Hacelo a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto (¡como el beat de “Stayin’ Alive”!).
🔸 Asegurate de dejar que el pecho se eleve por completo entre compresión y compresión.
🔸 La secuencia estándar es 30 compresiones y 2 ventilaciones de rescate (si sabés hacerlas), y continuar hasta que llegue ayuda o la persona reaccione.

👉 Si no te animás a ventilar, hacé solo compresiones. Es preferible eso a no hacer nada.

El poder de una comunidad capacitada

Uno de los objetivos de Fundación Desfibrilar es que cada vez más personas en Argentina aprendan a actuar en una emergencia. Porque cuantos más sepan hacer compresiones torácicas, más vidas podemos salvar.

Hoy, el tiempo promedio de llegada de una ambulancia en centros urbanos es de entre 6 y 11 minutos. En zonas rurales, puede ser mucho más. En ese intervalo crítico, lo que vos hagas –o no hagas– puede marcar la diferencia.

Ser parte de la cadena de supervivencia

La “cadena de supervivencia” es una secuencia de acciones que, si se ejecutan a tiempo, aumentan enormemente las chances de sobrevivir a un paro cardíaco. Comienza con el reconocimiento del colapso, continúa con la RCP inmediata, sigue con el uso del DEA y finaliza con el tratamiento médico avanzado.

De todos esos pasos, las compresiones torácicas son la herramienta más accesible y universal. No necesitás ser médico, bombero ni personal de salud. Sólo necesitás capacitación y decisión.


Sumate a la cardioprotección

¿Querés capacitarte o capacitar a tu institución? ¿Te gustaría convertirte en un espacio cardioprotegido?

📩 Escribinos a rcp@desfibrilar.org.ar o visitá www.desfibrilar.org.ar para conocer más sobre nuestros cursos y propuestas.