El corazón es mucho más que un órgano que late. Su ritmo nos habla, nos da señales y puede alertarnos sobre nuestro estado de salud. Por eso, conocer y entender cómo funciona la frecuencia cardíaca es clave para cuidar nuestro sistema cardiovascular y prevenir complicaciones a tiempo.
El motor de nuestro cuerpo: el corazón
Ubicado en el centro del pecho, protegido por el esternón y rodeado por un saco lleno de líquido llamado pericardio, el corazón es un músculo incansable que trabaja día y noche. Está compuesto por cuatro cámaras: dos aurículas que reciben la sangre, y dos ventrículos que la bombean hacia el resto del cuerpo.
Pero este órgano, que impulsa la vida con cada latido, también necesita su propio suministro de sangre. Las arterias coronarias se encargan de llevarle oxígeno y nutrientes. Si alguna de ellas se obstruye, pueden aparecer problemas graves como la angina de pecho o un infarto.
Además, el corazón cuenta con un sistema eléctrico interno que regula su ritmo. Este “marcapasos natural” envía impulsos que aseguran que cada latido ocurra en el momento justo y con la intensidad adecuada.
¿Qué es la frecuencia cardíaca?
La frecuencia cardíaca es el número de veces que el corazón late por minuto. En condiciones normales de reposo, suele ubicarse entre 60 y 100 latidos por minuto en adultos sanos. Este rango puede variar dependiendo de la edad, el estado físico, el estrés o incluso la temperatura ambiente.
Una frecuencia elevada en reposo, conocida como taquicardia, puede ser señal de afecciones como hipertensión, enfermedades cardíacas o estrés crónico. Por el contrario, una frecuencia baja —bradicardia— también puede indicar problemas, como trastornos en el sistema eléctrico del corazón o desequilibrios hormonales.
Cómo medir tu frecuencia cardíaca
La buena noticia es que controlar tu frecuencia cardíaca es muy sencillo. Podés hacerlo de varias formas:
🔹 Manual:
Colocá dos dedos (índice y medio) en una arteria visible, como la radial (en la muñeca) o la carótida (en el cuello). Contá las pulsaciones durante 15 segundos y multiplicá ese número por 4 para obtener los latidos por minuto.
🔹 Tecnología portátil:
Hoy existen relojes inteligentes, pulseras fitness y otros dispositivos que registran automáticamente tu frecuencia cardíaca a lo largo del día.
🔹 Monitores específicos:
Ideales para quienes realizan actividad física regular, permiten medir la frecuencia cardíaca en tiempo real y analizar patrones.
Factores que afectan la frecuencia cardíaca
Muchas condiciones pueden hacer que tu corazón lata más rápido o más lento de lo habitual. Entre las más comunes encontramos:
- Edad: Los más jóvenes tienen frecuencias más altas, que disminuyen con el paso del tiempo.
- Actividad física: El ejercicio eleva la frecuencia, mientras que el entrenamiento regular tiende a bajarla en reposo.
- Condición física: Las personas en buena forma suelen tener un corazón más eficiente y, por lo tanto, menos latidos por minuto.
- Emociones y estrés: La ansiedad, el miedo o la excitación pueden acelerar el corazón.
- Temperatura corporal y deshidratación: Tanto el calor como la falta de líquidos afectan la frecuencia cardíaca.
- Sustancias como cafeína o nicotina: Tienen efectos estimulantes.
- Enfermedades: Como anemia, hipertiroidismo o afecciones cardíacas.
Un dato vital para tu salud
La frecuencia cardíaca es un verdadero termómetro de nuestro estado cardiovascular. Escuchar a nuestro cuerpo, conocer nuestros valores normales y detectar cambios a tiempo puede ayudarnos a prevenir problemas graves.
En Fundación Desfibrilar, creemos firmemente en la educación y prevención como herramientas para salvar vidas. Por eso, fomentamos la capacitación en primeros auxilios, el control de la salud y la cardioprotección en todos los ámbitos.